Las relaciones UE-Egipto a raíz del Caso Zaki

El caso de Patrick Zaki (3)

, de Ignazio Pardo, Traducido por Alejandro Rico

Las relaciones UE-Egipto a raíz del Caso Zaki
El presidente egipcio Fattah Al-Sisi. Fuente: Kremlin. Creative Commons Attribution 4.0 International.

Esta es la última parte de nuestra entrega sobre el Caso de Patrick Zaki. En esta última parte, analizaremos la posición de Europa en torno a la detención arbitraria de Patrick. El artículo comienza exponiendo las relaciones UE-Egipto, con el fin de explicar sus dinámicas. Seguidamente, se examinarán las reacciones de las tres instituciones principales de la UE, a las cuales tuvimos acceso gracias al contacto con europarlamentarios como Bando Benifei. Finalmente, junto al portavoz de Amnistía Internacional Italia, Riccardo Noury, expondremos nuestra visión sobre las principales estrategias y respuestas políticas realizadas por las muchas organizaciones de la sociedad civil que están tratando este caso. También tendremos en cuenta los resultados obtenidos por estos profesionales a la luz de la situación actual.

Las relaciones UE-Egipto

La relación entre la Unión Europea y Egipto ha tendido a caracterizarse por un enfoque pragmático, dictado por la necesidad de mediar entre los aspectos económicos, estratégicos y sociales. Es necesario, como es habitualmente el caso en la región que nos concierne, diferenciar el enfoque europeo antes y después del cambio de régimen de 2011. El Egipto de Mubarak fue partícipe de las iniciativas diplomáticas europeas, dominadas por la Alianza Euro-Mediterránea y el Proceso de Barcelona de 1995, sin complicaciones particulares. Este importante paso dio pie a la integración progresiva entre El Cairo y Bruselas, teniendo como su primer objetivo la prioridad económica. La eliminación progresiva de las barreras comerciales ha permitido el flujo de inversiones directas de la UE en Egipto, así como el acceso al mercado común para muchos productos egipcios. Fue, posiblemente, la primera vez en la que la dependencia histórica de El Cairo en la economía americana encontró una posible ruta de salida. Según lo previsto por las dinámicas y estrategias de la integración económica europea, Bruselas exigió numerosas reformas a Egipto, dirigidas a la liberalización del mercado tanto dentro del país como en el comercio internacional. Este era el telón de fondo de la firma del Acuerdo de Asociación entre la UE y Egipto, que entró en vigencia en 2004. Sin embargo, a ojos de los egipcios, las élites cercanas al régimen combinaban una fachada de libertad económica con el mantenimiento de los privilegios adquiridos con el tiempo. Un ejemplo de esta tendencia se puede encontrar en la obligación impuesta para las compañías europeas que quisiesen invertir en Egipto de unirse a socios egipcios, normalmente elegidos de entre los individuos y compañías pertenecientes al entorno del régimen. También hay un factor cultural a tener en cuenta: las élites cercanas al régimen de Mubarak estaban conformadas muy a menudo por familias “europeizadas” que iban a colegios europeos y estaban a favor del crecimiento de la influencia europea en el país. De hecho, esto dio falsas esperanzas a los sectores de la sociedad egipcia que querían un Egipto plural y democrático. Esta idea, a pesar de permanecer presente nominalmente, fue inmediatamente eclipsada por la estrategia europea.

Tras las protestas de 2011 y el cambio de régimen, el pragmatismo tradicional que había dominado las relaciones euro-egipcias fue puesto a prueba. Las divisiones internas de la Unión causaron una respuesta muy tardía a los hechos de 2011, que vieron como Bruselas apoyaba el nuevo orden democrático solo después de su ascenso oficial al poder. La administración de Morsi, elegida por la votación más libre y pluralista que haya tenido lugar en la historia del país, buscó y encontró un instrumento de legitimación en su relación con la UE. Este factor causó un gran bochorno e inmovilismo en las instituciones europeas cuando Morsi fue finalmente apartado del poder por el General Al-Sisi.

Consecuentemente, cuando Al-Sisi llegó a la presidencia, no estaba a favor de las políticas europeas dirigidas a financiar organizaciones de la sociedad civil egipcia que tuviesen objetivos democráticos y pluralistas. Las leyes que regían a las ONG eran simbólicas, por lo que Al-Sisi prohibió la financiación extranjera de ONG egipcias, una medida claramente dirigida a debilitar la influencia europea en el país. Con la estabilización de este nuevo régimen en El Cairo, la diplomacia europea intentó adaptarse al nuevo panorama con su característico pragmatismo. Bruselas intentó fortalecer sus ya férreas relaciones con Egipto en virtud de los objetivos más estratégicos de la Unión: la lucha contra el terrorismo, el control de la inmigración irregular y las cuestiones económicas. A parte de esto, la Unión Europea encontró en Egipto un socio esencial para poder actuar en Libia y mantener su influencia en la cuestión palestina.

En la Conferencia de Asociación de 2017, la Unión Europea y Egipto establecieron las prioridades de su asociación en el período 2017-2020, basadas en tres aspectos principales: modernización económica y sostenibilidad energética, desarrollo y protección social y refuerzo de la estabilidad y la democracia en el país. Como consecuencia de estas políticas, la UE es actualmente uno de los socios comerciales más importantes para Egipto. En 2019, el mercado europeo representó el 30% de las exportaciones egipcias (siendo los Estados Unidos los segundos con un 9%) y el 22% de sus importaciones (el segundo lugar lo ocupa China con un 9%). Los recursos que la UE estimaba conceder a Egipto en el período 2017-2020 oscilaba entre los 432 millones y los 528 millones de euros, que procederían principalmente del nuevo instrumento de la Política de Vecindad.

A pesar de estas cifras económicas, la UE ha tenido que hacer frente a numerosas crisis diplomáticas en los últimos años. Primero y principalmente, el ya mencionado clima de sospecha y recelo hacia la UE que siempre ha alimentado Al-Sisi. Esta desconfianza es acrecentada además por el control que el presidente Al-Sisi ejerce sobre cualquier tipo de relación extranjera, sin dejar sitio a organizaciones o compañías privadas. En segundo lugar, y como consecuencia de esta primera cuestión, se ha observado el acercamiento de Egipto a otros actores internacionales, acercamiento que se debe probablemente a la necesidad de Al-Sisi de diversificar su estrategia diplomática. Países como Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, que tiene ideologías similares a la de Al-Sisi, se han convertido en los principales padrinos económicos del régimen egipcio en poco tiempo (un claro ejemplo es la historia de las dos islas de Tiran y Sanafir en el Mar Rojo, cedidas por Egipto a Arabia Saudí a cambio de ayuda económica). Al igual que las monarquías del Golfo, el presidente Al-Sisi ha intentado, con aparentemente buenos resultados, un acercamiento histórico con Rusia, firmando un Acuerdo Global de Cooperación y Asociación Estratégica con el presidente Putin en octubre de 2018. Finalmente, hoy en día China está acercándose a Egipto mediante acuerdos significativos. De hecho, además de ser un punto fundamental en la Nueva Ruta de la Seda, Egipto es el destino de numerosas inversiones chinas, que crecieron un 60% en 2019. El tercer punto crítico en las relaciones euro-egipcias comprende el tema de los derechos humanos que, aunque de manera marginal, es habitualmente causa de tensión entre Bruselas y El Cairo. A la luz de los casos como el de Giulio Regeni, investigador italiano asesinado en Egipto en circunstancias que permanecen sin aclarar, en muchas visitas diplomáticas, representantes de la Unión Europea y de los Estados miembros no se han olvidado de llamar la atención sobre la preocupante situación de los derechos fundamentales en Egipto. Esto queda demostrado por la última visita a El Cairo del presidente francés Emmanuel Macron en noviembre de 2019, particularmente, cuando destacó durante su rueda de prensa final que “la estabilidad y la paz duraderas en Egipto van de la mano con el respeto por los derechos y las libertades individuales”.

A pesar de las quejas oficiales de los Estados miembros, sus grandes intereses económicos en Egipto no quedan olvidados. De hecho, son considerados la principal causa de la poca importancia que se da a las exigencias de derechos. Por ejemplo, Francia es el mayor socio comercial de armas de Egipto, con un volumen de facturación de más de 4 billones de euros. Además de hombres de negocios franceses, enormes conglomerados marítimos como la empresa alemana ThussenKrupp Marine Systems y la compañía italiana Fincantieri están entre los proveedores de material de guerra para Egipto. De hecho, Italia tendría mucho que perder de una posible bajada de intercambios económicos con Egipto. Por ejemplo, la multinacional italiana de gas y petróleo ENI ha descubierto recientemente reservas petrolíferas en aguas egipcias, para las que ha obtenido las concesiones necesarias, confirmando su posición como uno de los principales socios energéticos del país.

A modo de confirmación, el portavoz de Amnistía Internacional Italia, Riccardo Noury, nos recuerda que los gobiernos europeos no han dudado en reiterar su gran entendimiento con el gobierno egipcio. De hecho, diferentes jefes de gobierno han firmado acuerdos sobre suministro militar, así como han realizado y publicitado visitas de Estado cordiales en los palacios de Al-Sisi. Este es el caso del presidente francés Emmanuel Macron y de la canciller alemana Angela Merkel, cuyas visitas tuvieron lugar solo unos pocos meses después de la desaparición del ya mencionado investigador Giulio Regeni. Además de demostrar una gran falta de solidaridad por parte de los gobiernos de los Estados miembros, también es significativo mencionar la falta de interés del propio gobierno italiano, que, paralelamente de las apelaciones y declaraciones, no ha dudado en poner los intereses económicos por delante de las exigencias de la verdad en torno al caso Regeni.

Está claro que hay muchos obstáculos para una política europea coherente de derechos humanos, especialmente cuando depende de los ejecutivos de los Estados miembros, los cuales están principalmente concentrados en el rendimiento económico. Sin embargo, es importante dar voz a las posiciones e iniciativas gubernamentales y no-gubernamentales que se están organizando en relación con el caso Zaki para presionar a las autoridades egipcias. Los grandes intereses económicos descritos pueden ser, de hecho, un instrumento para exigir respuestas a El Cairo. En la siguiente sección, analizaremos las reacciones de las instituciones europeas al caso Patrick Zaki y las principales quejas desde una perspectiva no-gubernamental, en particular la de Amnistía Internacional.

Parlamento, Comisión y Consejo Europeo: Las respuestas institucionales al caso Zaki

¿Cómo han respondido las instituciones europeas al caso Zaki? Primeramente, hay una línea divisoria entre el enfoque del Parlamento y el de la Comisión y el Consejo. El portavoz de Amnistía Internacional Italia, Riccardo Noury, ha comentado sobre el tema, “según mi experiencia, el Parlamento es el lugar de las iniciativas sobre derechos humanos, no la Comisión”. Confirmando esto, las únicas reacciones inmediatas y reales vinieron del presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli, y algunos eurodiputados, mientras que la Comisión Europea y el Consejo Europeo todavía no han establecido una posición concreta sobre el tema. Antes de revisar estas acciones, es importante mencionar que las teorías sobre la efectividad de la presión de la comunidad internacional sobre el régimen egipcio no son tajantes. Mientras que hay una tendencia común entre los analistas de juzgar como pobre la habilidad de Europa para influir a Egipto en temas de derechos humanos, otros especialistas como Kelly Petillo argumentan lo contrario. De hecho, en un análisis del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, la investigadora argumenta que el poder que tiene la Unión Europea sobre Egipto en casos como el de Zaki no debería subestimarse. La capa exterior del régimen de Al-Sisi no es impermeable al criticismo y, en otros casos de este tipo, las autoridades egipcias se han mostrado vulnerables al escrutinio internacional de las violaciones de los derechos humanos.

A pesar de esto, no ha existido un esfuerzo conjunto europeo que hubiera tenido el potencial de poner verdadera presión sobre Al-Sisi, creando un espacio para prevenir el extendido abuso y represión de la sociedad civil. La presión continua se ha probado efectiva en el pasado para ayudar a liberar a los activistas. Petillo presenta la idea de que Egipto podría ceder a una acción colectiva europea para la liberación de Patrick. Como se destacó al comienzo de este artículo, los Estados miembros de la UE perciben a Egipto como un aliado independiente y el gobierno egipcio es consciente de ello. Sin embargo, Petillo señala que Egipto también necesita de sus socios europeos y se preocupa por su reputación, por lo que es sensible a las críticas. Esta es precisamente la razón por la que la Unión Europea tiene un verdadero margen para pedir la liberación de Patrick, del cual debería sacar provecho.

Por tanto, es importante mencionar de qué manera es el régimen egipcio sensible al criticismo internacional por la falta de respeto de los derechos humanos. Su consciencia se demuestra por la reacción de las autoridades egipcias a la primera postura europea sobre el caso Zaki. La reacción inmediata del Parlamento Europeo a la noticia del arresto de Patrick fue realizada por su presidente David Sassoli, que pidió su liberación inmediata, además de la llamada a una respuesta por parte del Alto Representante Josep Borrell. La fuerte postura de Sassoli en la que recuerda a las autoridades egipcias que las relaciones de la UE con países del Tercer Mundo dependen del respeto de los derechos humanos y civiles, suscitó cierta irritación en las autoridades egipcias. En respuesta a Sassoli, el presidente de la Cámara de Diputados egipcia, Ali Abdel Aaal, rechazó categóricamente las acusaciones y calificó la postura del Parlamento Europeo como una interferencia inaceptable en los asuntos internos y como un ataque contra los poderes judiciales egipcios.

Bajo la dirección del presidente Sassoli, dos investigaciones parlamentarias sobre el arresto de Patrick Zaki fueron establecidas en Estrasburgo por algunos miembros del Parlamento Europeo. La primera, del 10 de febrero de 2020, llamaba a una respuesta sobre el caso Zaki del Alto Representante y pedía que mencionase la cuestión urgentemente con su homólogo egipcio. La segunda investigación, presentada dos días después, reiteraba las peticiones de la primera y además sugería al Alto Representante revisar exhaustivamente las relaciones con Egipto, con vistas a suspender el acuerdo de libre comercio hasta que Patrick y todos los activistas detenidos injustamente fuesen liberados. Hemos hablado con el equipo de Brando Benifei, uno de los europarlamentarios (Grupo de los Socialdemócratas Europeos) que firmó la primera investigación, sobre la acción que ha llevado a cabo para sacar a Patrick de prisión.

Además de la iniciativa parlamentaria y junto a varias asociaciones como FIDH, EIDHR y Amnistía Internacional, Benifei organizó un flashmob en Estrasburgo unos días después del arresto al que asistieron europarlamentarios italianos de varios partidos. Asimismo, junto a otros compañeros, Benifei participó en la sentada en el Consulado Egipcio en Milán y escribió una carta al Embajador Egipcio en Bruselas en nombre de la delegación italiana del Grupo Socialdemócrata para pedir la liberación de Patrick. En cualquier caso, en un plano general no hay una solución oficial y unánime del Parlamento Europeo, lo que ha dado lugar a numerosas iniciativas independientes unas de otras y dependientes del activismo de los europarlamentarios. Esto queda demostrado por la información a la que hemos tenido acceso a través del equipo de Benifei y al intercambio de emails con el equipo de Raphaël Glucksmann (Socialdemócratas), que nos contó sobre su intención de escribir una carta al presidente egipcio y al embajador en la UE. No obstante, el proyecto fue interrumpido siguiendo la comunicación de una iniciativa paralela lanzada por Hannah Neumann (miembro de Alianza 90/Los Verdes) dirigida al Alto Representante. Por tanto, queda claro que hay una falta de coordinación que consideramos necesaria para la efectividad de la acción llevada a cabo por una institución tan compleja.

Entrevista con Riccardo Noury (Amnistía Italia): Reacciones e ideas de la sociedad civil

Como bien sabemos, las instituciones no son las únicas que se están movilizando en este asunto. Hay, de hecho, muchos representantes de la sociedad civil —tanto europea como egipcia— que están trabajando incansablemente para obtener garantías de la liberación de Patrick. La gran resonancia que la encarcelación del estudiante ha tenido en las sociedad europeas se debe principalmente a las organizaciones de derechos humanos que han estado trabajando durante años siguiendo y denunciando las violaciones que tienen lugar en Egipto. De hecho, tampoco han desistido en este caso, atrayendo la atención internacional al asunto desde su comienzo. Tratamos este tema en una larga conversación con el portavoz de Amnistía Internacional Italia, cuya estrategia, como la de la mayoría de personas trabajando en este campo, es permanecer vigilante y compartir información, extendiendo permanentemente la red que trabaja para liberar a Patrick. Especialmente ahora, la colaboración entre todos aquellos involucrados —desde las instituciones a la sociedad— y la inmediatez son dos aspectos esenciales. Esto se debe al hecho de que, desde el brote de la COVID-19, la salud del joven egipcio y de todos los prisioneros está todavía más en riesgo y debemos apresurarnos en garantizarle la protección y la atención sanitaria necesarias. Adicionalmente, Patrick sufre asma y es, por tanto, más propenso a sufrir severas consecuencias en su salud por la enfermedad. De hecho, no hay más tiempo que perder, dice Noury. Ya no podemos confiar en que las vistas concluirán de la mejor manera posible ya que, desgraciadamente, el virus ha favorecido a las autoridades egipcias al retrasar el veredicto y excluir a los representantes diplomáticos europeos de los juicios. Sin embargo, en este punto, es necesario presionar por el principio de que las detenciones antes del juicio deberían estar bien reguladas como excepciones bien justificadas, aplicables solo en casos específicos. El caso de Patrick no es uno de estos casos. El principio es válido universalmente y, ahora que la descongestión de las prisiones es necesaria por cuestiones de seguridad sanitaria, debe de dársele todavía mayor importancia.

No obstante, el principal interlocutor de Amnistía sigue siendo el Estado egipcio, con el que mantiene contacto a través de la representación diplomática en Roma y de las instituciones centrales en Egipto. A pesar de ello, Noury añade que, para resolver este diálogo de la mejor manera posible, Amnistía necesita apoyo institucional y diplomático del Ministerio Italiano de Relaciones Exteriores, los Estados miembros y las instituciones de la UE. Hasta ahora, varios representantes diplomáticos europeos se han dedicado al caso, pero el temor, bien justificado por la experiencia pasada del portavoz, es que la situación continúe durante años, en cuyo caso el riesgo es que las autoridades europeas desvíen su atención. Noury no rehúye de explicar los arbitrarios procesos de toma de decisiones del sistema judicial y las condiciones insatisfactorias y preocupantes en los centros de detención del país.

Por tanto, debemos actuar priorizando la necesidad de sacar a Patrick de la cárcel lo antes posible, siendo la mejor forma de hacer esto, según Noury, a través del diálogo bilateral. A pesar de la ya mencionada apreciación del apoyo de varios representantes y oficiales de las instituciones comunitarias —en particular el del presidente del Parlamento Europeo-— Noury ha expresado muchas dudas sobre los futuros movimientos políticos que vendrán de Europa. El portavoz de Amnistía explica que tiene muy poca esperanza en una presión más sólida y unánime por parte de la UE. Esto se debe a las muchas experiencias negativas previas, principalmente el caso del secuestro y asesinato de Giulio Regeni hace cuatro años, que sigue sin resolver. Como hemos mencionado ya, el gran obstáculo es que, más allá de las posiciones e intervenciones realizadas, la mayoría de los países europeos, incluyendo a Italia, siempre tienen muy buenas razones para mantener buenas relaciones con Egipto, lo que crea un gran problema en cuanto a la coherencia de la UE. Con esto en mente, Noury menciona el ejemplo del acuerdo de marzo de 2016 entre la UE y Turquía. Considera que hay una gran unidad en Europa cuando se trata de promover acuerdos económicos —incluso si son perjudiciales para los derechos fundamentales de los individuos— mientras que esta actitud parece estar ausente cuando se trata de intervenir en casos específicos en defensa de los derechos humanos. Concluye diciendo que, evidentemente, esto se debe al hecho de que el destino de un ciudadano es menos importante que los beneficios económicos.

A pesar de estas previsiones, Noury confía plenamente en la capacidad de las sociedades civiles, que han demostrado repetidamente que pueden jugar un papel fundamental en casos como este. Adicionalmente, espera que el gran potencial negociador de la Unión Europea emerja como resultado de las grandes iniciativas que realizan los ciudadanos europeos y egipcios cada día. Debemos mencionar el trabajo incesante de la sociedad civil egipcia, definida por Noury como formidable y llena de ciudadanos que, como Patrick, no se permiten a sí mismos ser intimidados por las amenazas por seguir reclamando sus derechos y los de sus compatriotas.

Finalmente, no podemos acabar sin mencionar las consistentes e incesantes medidas y peticiones hechas por otros actores no-institucionales como el Cairo Institute for Human Rights, Human Rights Watch, International Federation For Human Rights, EuroMed Rights y Egyptian Initiative for Personal Rights —la asociación con la que colaboraba Patrick— que, desde el comienzo “capturaron la atención pública, muy probablemente salvando a Patrick de un destino mucho peor”. Todas están trabajando para dar a conocer la historia de Patrick. Esto es, según el portavoz de Amnistía, la mejor forma de devolverle la dignidad que se le está arrebatando.

Para finalizar este análisis en profundidad del caso, nos unimos a la posición de Amnistía. Apoyamos la idea de que es necesario mantener la atención pública sobre el caso, sin ceder hasta que Patrick disfrute de todos sus derechos. También nos sentimos obligados a reiterar las enormes responsabilidades éticas y políticas de la Unión Europea. Es su deber actuar en la defensa de un individuo que vive, estudia y es una parte integral del cuerpo estudiantil de siete universidades en seis Estados miembros de la UE, cuyas sociedades civiles exigen su vuelta. En este caso, es crucial que la intervención comunitaria vaya más allá de los intereses económicos de los Estados. Es momento, por el bien de Patrick, el de otros miles de individuos y el mismo futuro de las instituciones europeas, de que la UE comience a mostrar que es coherente con la imagen que quiere proyectar al exterior.

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